Los chiringuitos entran en el siglo XXI

Los viejos merenderos son historia. El sector ha evolucionado en diseño y servicios y mueve 500 millones al año.

 

Cuando allá por 1968 Miguel Sierra empezó sirviendo arroces y sardinas a los turistas de La Carihuela poco podía imaginar que, cuarenta años más tarde, en su carta figurarían también sandwiches, hamburguesas y hasta sushi. Las vetustas hamacas de antaño se transformarían en confortables camas balinesas, y lo que antes era un humilde chiringuito es ahora un moderno beach club con lounge bar, zona vip y tarjeta de pago exclusiva. «Tenemos hasta clientes de Marbella que vienen en taxi a Playa Miguel», afirma este veterano empresario, de 63 años.

El caso del Playa Miguel simboliza a la perfección la evolución experimentada por el sector de los chiringuitos en la provincia. Manuel Villafaina, presidente de la Asociación de Empresarios de Playas de la Costa del Sol, recuerda bien cómo a finales de los 80 el litoral malagueño estaba salpicado por tenderetes de madera y caña. «El jefe de costas los llamaba cachivaches de playa», rememora. En los 90, se hizo por primera vez un estudio serio de la industria, y administraciones y empresarios coincidieron en que imperaba cuanto antes dar un salto de calidad.

«Las conclusiones eran que el turismo había cambiado, y también las demandas. El cliente buscaba algo totalmente diferente. Las mesas no podían estar en la arena, los camareros dejaron de ir descalzos, los servicios tenían que ser dignos… En definitiva, hacía falta más higiene y más calidad», relata Villafaina. Paralelamente, la primera ley de costas obligó a desmontar buena parte de los chiringuitos, y se pasó de más de 800 a los cerca de 370 que operan en la actualidad.

Con el paso de los años se perdió en cantidad, pero se ganó en calidad. «Fue un sacrificio importante, porque las reformas se hicieron en plena crisis de los 90», apunta el presidente de la patronal malagueña, que cuenta con unos 670 asociados. La Costa del Sol, que aglutina la mayoría de los establecimientos de Andalucía, cuenta con autorizaciones concedidas en base a la antigua ley de Costas de 1980. Desde entonces, las reformas no han parado, tanto por la iniciativa de los propios empresarios como por las exigencias de las autoridades. Desde que en 2011 la Junta asumiera las competencias, el número de establecimientos que se han regularizado se ha duplicado, según los datos autonómicos.

Reformas millonarias

El último capítulo en cuanto a la transformación del sector se ha escrito en las playa de la Malagueta. Hasta 400.000 euros puede costar una reforma del local, una inversión que es «difícil» recuperar, según sostienen desde la asociación de empresarios. «Pero no te puedes quedar quieto. Yo todos los años intento modernizar mi negocio con algo nuevo, porque tenemos que adaptarnos siempre a lo que quiere el cliente, y los gustos van cambiando», asume Miguel Sierra. Ese espíritu inquieto está detrás de que, hoy en día, Málaga figure a la vanguardia en toda España en lo que se refiere a la oferta hostelera a pie de playa, asegura Manuel Villafaina. En los últimos años, se han impuesto además las aperturas durante la noche, con establecimientos que se han convertido en referente de la movida, con espectáculos y fiestas temáticas incluidas, algo impensable en épocas pasadas. En el ramo defienden la importancia de ofrecer al turista esta alternativa nocturna. El Grupo Moliere, que cuenta con seis locales (tres de ellos a pie de costa) ejemplifica bien este nuevo modelo. Con todo, en la patronal aseguran que la concentración empresarial no se da mucho en este sector, donde más del 95% de los establecimientos son negocios familiares, en los que han trabajado hasta tres generaciones.

En la mayoría de los casos, los locales apenas han cambiado de manos y pocos han sido los empresarios que se han jubilado. «La playa es vida», afirma Villafaina. Hasta ahora, los negocios han funcionado a través de concesiones administrativas por 15 años renovables por otros 15, aunque desde que la Junta asumiera las competencias se negocia para ampliarlas hasta los 30 años.

Mientras tanto, siguen las conversaciones para regularizar la situación de los chiringuitos conforme a la reformada Ley de Costas, ya que muchos de ellos siguen ocupando más espacio de playa del que deberían. «En estos momentos preferimos esperar a que se culmine el reglamento dentro de unos meses para saber a final de temporada en qué situación estamos y como afrontamos la renovación», indica Norberto del Castillo, presidente de la Federación Andaluza de Empresarios de Playas.

 

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